La boda del Príncipe Felipe y Letizia Ortiz, el enlace del 2004, tendrá un toque gallego. Será el de las cuatro campanas de la Torre Norte de la catedral de la Almudena, apodada incluso Torre de los Gallegos. El día de la ceremonia real -la fecha exacta es todavía el secreto mejor guardado de la Casa Real después del furtivo noviazgo de los contrayentes- los badajos del ala más próxima a Fisterra saludarán a los novios tocando con gheada. Ese fenómeno fonético se utiliza en la localidad pontevedresa de Arcos da Condesa, lugar en el que fueron construidas las cuatro campanas, donadas a la basílica en 1999 por un grupo de empresarios y entidades de Galicia.
Enrique López García y su hijo José Enrique López Ocampo, miembros de la sociedad limitada Ocampo Artesanos Campaneros, fueron los encargados de moldear el bronce que forma sus ondulantes cuerpos, cuyo peso oscila cada uno entre los 1.500 y 1.800 kilogramos, cien veces menos que el de la gran Tzar Kolocol de MoscÚ.
Ahora, esos mismos artesanos han vuelto a ser requeridos en los campanarios de la Almudena para vestir a las campanas de boda. «As campás están quietas e tocan cuns martelos que se activan cun sistema automático, pero queren que o día do casamento, como é festa, se poñan a voltear», explica Enrique López.
Cuando es fiesta en Galicia las campanas oscilan, pero no giran sobre sus ejes. El volteo, según explican desde el Gremio de Campaneros Valencianos, es una costumbre de Aragón, Valencia, Castilla, Andalucía y Madrid.
Por eso, idear un mecanismo que haga rotar los bronces gallegos al estilo de los de la catedral de Sevilla en la boda de la Infanta Elena, no será fácil.
Enrique padre y Enrique hijo viajarán el mes que viene a la Almudena para tratar de idear un sistema que haga tocar sus campanas siguiendo las costumbres de Madrid. Ya contarán después su secreto.
© La Voz de Galicia (2003) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 11-05-2024 |